El siguiente aspecto que trataríamos en nuestra charla con estos jóvenes jugadores de baloncesto, y que preocupa mucho a entrenadores y padres, sería la gestión de los egos. Además de concienciar a los chavales de que los liderazgos suelen, y es recomendable que sean, en plural. Es decir; que existen líderes anotadores, otros lo son en el aspecto defensivo, o de rebote. Pero existen también líderes en el vestuario, algunos son idóneos para hablar y transmitir al entrenador todo aquello que está sucediendo en el grupo, etc.
Hacerles ver que un líder anotador, una estrella mediática de un equipo, también podría tener miedo a la derrota. Podría no estar acertado en el momento más decisivo. Si existían otros líderes, la situación podría gestionarse.
Los egos, en el deporte, se trabajan bien con la derrota y con la victoria. En la primera de ellas, el jugador tendría que aprender a ser valiente, tomar alternativas constructivas. En el segundo caso, debía ser humilde. Comprender que la emoción entre la felicidad y euforia de la victoria debía ser proporcional a la frustración, rabia y malestar de la derrota. Mantener un equilibrio y fortaleza mental, es nuestro objetivo.
El vídeo que le pusimos, en esta ocasión, debía ser explicado, antes de su visualización. Queríamos, también, que los jugadores supieran interpretar un marcador electrónico en un momento determinado del partido. Se le preguntó por el marcador que mostraba el partido y las respuestas de los chavales volvieron a ser magistrales. Hicieron una lectura del juego muy acertada. Se les explicó, que el protagonista de la historia; Michael Jordan, había fallado 26 jugadas esa temporada. Y que no tenía autoconfianza, pero sí que tendría...
¿Qué os ha parecido el vídeo?, le preguntamos a los jugadores. Entusiasmados, levantaron varios las manos. Queríamos que todos hablaran, así que aquellos que no lo habían hecho, anteriormente, lo hicieron. Lo primero que mostraron, tras ver el vídeo, fue que Jordan había mostrado tener indecisión, miedo al error, poca autoconfianza. Esto, les sorprendía, viniendo de una estrella del baloncesto, que para muchos sería el mejor jugador de la historia. Pero lo que más le sorprendieron, fue la capacidad de respuesta que tuvo Jordan. Su responsabilidad frente al equipo, aceptando que otro compañero estaba en mejores condiciones que él, para asumir ese tiro.
Permitirse dudar, tener miedo, superar la adversidad apoyándose en sus compañeros y entrenadores. Saber delegar y ayudar a conseguir un objetivo individual y colectivo, serían algunas de las cuestiones que se estaban trabajando. Los jóvenes deportista eran capaces de ponernos a todos los pelos como escarpias.
Seguíamos en la senda de lo ¡genial!
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